La piel sensible es una condición especial que con los años ha incrementado, generando una gran preocupación porque en la actualidad afecta aproximadamente al 51% de las mujeres y al 39% de los hombres alrededor del mundo.
Esta afección cutánea impacta de forma negativa la calidad de vida de quienes lo padecen y se caracteriza por la aparición de algunos síntomas como:
- Quemazón
- Tirantez
- Enrojecimiento
- Picor u hormigueo
- Descamación
- Una sensación de “disconfort” que se asocia a una molestia general en la piel
- Intolerancia a productos cosméticos faciales a causa de las fragancias y conservantes que la componen
Factores dermatológicos que se relacionan con la piel sensible
La piel sensible puede tener relación directa con múltiples trastornos dermatológicos frecuentes como lo son:
- El acné
- La dermatitis atópica
- Dermatitis seborreica
- Distintos tipos de alergias
- Urticarias
- Quemaduras solares
- Piel con resequedad
- Dermatitis de contacto
- Psoriasis
- Entre otras
Estas patologías no favorecen, alteran la función de barrera de la piel y propician la presencia de inflamación. Por otro lado, múltiples estudios y expertos en dermatología han manifestado la posible relación con otras enfermedades comunes como el asma, rinitis, tos crónica y síndrome de intestino irritable.
¿Por qué se produce la piel sensible?
No existe una causa única, pero sí importantes asociaciones a tener en cuenta. Una piel fina con aumento de la permeabilidad se traduce en pérdida de agua y a su vez en la penetración de sustancias indeseadas que pueden generar una cascada de inflamación.
Así mismo, podemos encontrar alteraciones en los mecanismos de hidratación y posibles trastornos neurosensitivos de base que facilitan la inflamación, sensación de calor, enrojecimiento y otros síntomas mencionados anteriormente que generan incomodidad.
La piel sensible se pronuncia y suele tener una respuesta exagerada a ciertos cambios o acciones que realizamos en nuestra cotidianidad:
Cambios físicos
Hace referencia a aquellos cambios que se relacionan con el calor (incluyendo los baños con agua caliente), frío, exposición al sol, viento, fricción en la piel con texturas que afectan su apariencia, entre otros factores.
Cambios tóxicos
Se relaciona con el consumo de alcohol u otras sustancias que afectan la salud de la piel.
Cambios hormonales
Algunas investigaciones conducen a que una piel sensible tiene relación con el ciclo menstrual, menopausia o momentos de alteraciones hormonales.
Cambios psicológicos
La piel sensible puede ganar notoriedad o aumentar su sintomatología en circunstancias de estrés o alto impacto emocional.
Cambios químicos
La piel sensible puede empeorar con el uso de cosméticos, jabones, medicamentos (retinoides, AHA, BHA) u otros químicos que afectan la función barrera y vitalidad de la tez.
Tips y rutina para cuidar la piel sensible
Cuidar la piel sensible requiere tiempo y la asesoría de tu dermatólogo de confianza. Evita los factores desencadenantes mencionados, las fuentes de agresión y mantén una rutina básica de limpieza según tu tipo de piel en las mañanas y noches.
Es fundamental que en tu rutina incluyas productos suaves y altamente efectivos como:
- Agua micelar
- Syndets o limpiadores a base de detergentes sintéticos
- Productos no agresivos
- Productos de alta tolerancia y que no afecten tu piel
Adicionalmente, recuerda secar el rostro sin frotar fuerte, evita a toda costa los dispositivos de fricción como cepillos o esponjas vegetales.
¿Qué debes hacer en las mañanas y noches?
- Hidrata con productos sin perfume para evitar reacciones inflamatorias. Si la piel sufre de resequedad, una buena opción son las mascarillas para hidratación intensiva con efecto calmante, utilízalas una o dos veces por semana.
- Aplica protector solar de amplio espectro en exteriores e interiores y, de acuerdo a la tolerancia, considerar los filtros físicos o minerales para evitar irritaciones.
¿Qué debes tener en cuenta al maquillarte la piel?
En caso de usar maquillaje, escoge marcas con características hipoalergénicas (maquillaje mineral) que sean correctoras, brinden efecto anti-rojeces, de fácil aplicación y remoción. Este paso debe ser limitado y seleccionado cuidadosamente.
Restringe el uso de remedios caseros o productos “naturales” desconocidos si no cuentas con la prescripción o autorización del dermatólogo. Así mismo, evita los aceites esenciales, el exceso de fragancias y perfumes, ya que sus componentes pueden ser muy irritantes para tu piel. En caso de presentar síntomas posteriores a su uso, se debe suspender su aplicación y consultar con el médico tratante.
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